jueves, 8 de noviembre de 2012

Nieve Blanca

En fin, hace tiempo que no escribo y, realmente tengo ganas de hacerlo, aunque no sé sobre qué escribir, total, algo saldrá en el transcurso de los infinitos segundos que existen, concretamente estos cercanos... 
El segundero se mueve a una velocidad indeterminada, porque, realmente, los segundos, no duran nada y a la vez son interminables, son una broma del destino, juegan a contar 60 y empujar al minutero un exasperante minuto, en el cual hay miles de momentos.
Miles de historias paralelas que se entrelazan, habrá enfrentamientos, habrá gente que se une para conseguir lo que quiere, habrá repentinos y fugaces pensamientos que sin proponérselo nos cambian la vida, le dan sentido, vemos todo con claridad, lo que queremos hacer, o simplemente descubrimos que dos mas dos da cuatro.

Miles de historias en el bullicio de la estación, con sus maletines yendo a trabajar, a comprar, a visitar a alguien, miles de historias que se entrecruzan pasando inadvertidas, como si fuera una estación vacía 
llena de historias, viviendo robotizadas en una sociedad en la que la apariencia lo es todo y lo más importante es escalar, sin importar las personas que pisoteas, ¿No es más fácil construir entre todos un edificio en el que vivir en paz; sin plantas que nos hagan estar unos por encima de otros? ¿Tan difícil es  prestar un poco de ayuda sin obtener nada a cambio?

Miles de personas viviendo el miedo de la guerra, la pérdida de los seres queridos, viviendo una odisea para comer o beber, miles de injusticias, miles de sabios que resultaban ser farsantes, miles de historias en el que el villano ha ganado la batalla.
Sin embargo, hay miles de personas que sueñan, miles que luchan, miles de personas que ayudan a que la historia común se alce, puesto que todos los soñadores conseguirán remontar la historia.
Miles de elementos, miles de ideas, miles de historias, miles de reacciones, miles de injusticias, miles de sueños, miles de rarezas, miles de curiosidades, miles de descubrimientos, miles de formas de matar, miles de formas de curar; miles de historias.

Y sin embargo, aquí estamos tú y yo, viviendo una ínfima parte de las historias que existen, que se escapan de nuestra cabeza, que no podemos vivir, pero ¿acaso lo bonito no es vivir nuestra propia historia?

Cada una es única, no la desperdicies, aprovéchala, disfrútala, cuídala, resalta sobre las miles de historias de los demás, aunque tu historia sea una historia en silencio, haz que tu historia se entrelace con las historias con las que te cruzas, deja huellas; huellas en la nieve blanca. Haz que por muy blanca que sea la nieve, todas las historias que se crucen con la tuya vean las huellas de tu historia, y, deja que otras historias te ayuden a reforzar la huella, deja que complementen tu historia, puesto que no hay historia de caminantes errantes, las que hay son caminos de sangre, la cual contrasta con la nívea blancura.

Nieve blanca; historia, huellas;vidas, sangre; dolor, personas... protagonistas.


Cuida tu la historia que dejas marcada en la nieve, y las historias que la rodean, se fuerte ante las dificultades y encuentra la pasión en la vida; vive tu historia, es única.





No dejes huellas de dolor y sufrimiento a tu paso.