miércoles, 5 de septiembre de 2012

Efímera Ilusión

Bueno, esto es un cuento de la vida que me pareció verdad en su momento, lo escribí hace mucho y he pensado que debería ser la primera entrada de mi blog (la primera de verdad, la presentación no cuenta)

Y es que parece ser que no se puede vivir tranquilo, sosegado... La vida te da cosas buenas, lo necesario para que seas feliz... o eso creías. Porque al final todo era una mera ilusión, las formas que crees ver en las nubes, nada. Porque la felicidad en sí no existe, es realmente una ilusión, disfrazada, que puede permanecer o no en los sinuosos e interminables pasillos del tiempo cual roca indestructible... NO, más ilusiones. La felicidad no permanece, se desvanece, y cuando se va, nos damos cuenta por fin de lo que ha pasado; un torbellino de emociones pasa por tu mente, una terrible sensación te oprime el pecho. Tienes ganas de llorar, pero no puedes, solo tienes ese dolor en el pecho que parece que va a ahogarte. Y recuerdas, te parece oír su armónica voz entrando en tu alma, recuerdas los buenos momentos del pasado, que son etéreos, que son todo siendo, en realidad, nada. No volverá a pasar, y lo sabes, te conciencias, en realidad, sabías que iba a desaparecer, pero lo apartabas de tu pensamiento para no sufrir, demasiado bonito.

 Ahora recuerdas todo lo bueno... Y por fin aflora, lloras, una cristalina lágrima brota de ti, la mas triste de todas ellas y a la vez la más hermosa; la primera. No puedes parar de pensar en la felicidad del pasado, pasado que no te pertenece. Lo perdiste, en lo más profundo, tu ser ansía que todo eso no sea una broma del destino... Pero no, es real, lo has perdido, se ha desvanecido, igual que el viento se lleva las nubes, y esa verdad cae sobre ti como una plancha de acero contundente, te deja atontado, inmóvil, muerto...

Y sabes que no debes mirar atrás, que todo está perdido, debes mirar al futuro, ese desconocido, hacia delante, pero eras tan feliz... No quieres preocupar a tus seres queridos, no quieres contar nada, no quieres recordar, te distraes en un inútil intento de ocultar tu dolor pero pronto lo das por un imposible, te lo tragas; no quieres escupir ese ardor que te quema por dentro, no quieres escupirlo, pero lo necesitas. Sin embargo, te pones una máscara; tu sanadora sonrisa. Parece que todo va bien, no pasa nada, pero el día acaba y las sombras de la mente se ciernen sobre ti. Tu máscara se resquebraja, todo vuelve... No puedes deshacerte de las sombras, no sabes que hacer, pero da igual, tienes que vivir, te preguntas por qué, nadie quiere vivir así, con ese dolor en el pecho, pecho que pretende ser de acero, pero que en realidad es de cristal, no.. de papel, un papel en el que intentas desesperadamente escribir una palabra: felicidad.

Pero aunque consigas escribirla, llega un día en el que esa tinta de mentiras se borra, vuelve la verdad, las sombras, no existe la felicidad, ese espejo que refleja lo que desearíamos tener, ser, sentir, esa felicidad que un día creíste poseer pero que resultó ser tu dueña, que te ha abandonado.

Pero en lo más profundo de nosotros, sabemos que la felicidad no existe, pues es una ilusión que la vida te da y que parece una broma de los hilos del destino mantener, no sabes que hacer para que sea una roca indestructible. Lo sabes, y formas un corazón de roca, pero resulta que es frágil, y cualquier recuerdo puede inestabilizarte, derrumbarte, hacerte caer, romperte en mil pedazos... Pues los recuerdos tienen el poder de sanar tu corazón... pero también tienen el poder de debilitarlo, volverlo frágil otra vez...

Vives sobre un suelo de cristal, aterrorizado, porque sabes que vas a caer, y sabes lo que viene, un oscuro abismo que te engulle, pero vives con la seguridad de ese tenaz cristal, esa felicidad protectora. Pero resulta que el cristal, la felicidad, la protección, se rompe, y te deja caer. Pero el abismo no tiene fin, vives con la incertidumbre de si caerás o no, esperanzado con la idea de que algún día te echarán una escalera, que te rescatarán. Aunque muchas veces pierdes la esperanza y te ves desamparado en un oscuro abismo, cayendo...

Pues todo es nada, todo son ilusiones, efímeras ilusiones del corazón, que algún día se apagan y hacen de nuestra existencia un estado inestable, quebradizo, casi irreal... Al fin y al cabo buscamos estabilizar nuestra inútil existencia, vamos siempre buscando la felicidad, como pobres necios que algún día enloquecerán, que caerán al abismo, pues les llegará el día en el que se den cuenta de la realidad, que el cristal se romperá, y desearán por todos los medios ser felices, que les echen la escalera. Y puede que lo consigan, que se la echen, pongan un cristal nuevo. Aunque probablemente les dure poco, se romperá, a no ser que sea bueno, les engullirá el abismo de las sombras de la mente, vivirán a tientas con la esperanza de otra escalera... Así que tenemos que estar atentos, sobrevivir, buscar un buen cristal, pues la felicidad no es más que una efímera ilusión, ilusión que se desvanece, se rompe, te deja a tientas, desamparado...

Ilusiones, ilusiones efímeras del corazón...


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